domingo, 2 de noviembre de 2014

8. La entrada en el Sinaí



8. La entrada en el Sinaí

Vivió por aquellos lugares desiertos de humanos durante semanas y semanas, con la constante angustia de su mortalidad en pocas decadas.

En su viaje derivó hacia el este, hacia el territorio otorgado a Sin, donde vivió la aventura de los leones. Al ver la manada sintió miedo, se encomendó a Sin y se enfrentó con la manada con desenlace afortunado para él.

Después pasando por un desfiladero llegó a una gran extensión de agua, quizá un mar interior, o un gran lago pensó Gilgamesh, con una ciudad amurallada dedicada a Sin. Llegó hasta una taberna y la tabernera le sirvió tras una primera impresión de temor ( y cierre de la taberna por miedo). Preguntó si era mejor dar la vuelta al gran lago, o atravesarlo. La tabernera, Siduri, le advirtió de los peligros de ese mar de muerte, pero le mencionó un buen barquero que podría transportarlo.


Urshanabi llevó a Gilgamesh en una balsa y en solo tres días atravesaron el lago, en vez de los 45 días que hubiera durado el viaje por tierra. Fue informado que debía ir hacia el Gran Mar por un camino y luego en un hito definido por unas columnas, girar hasta la ciudad de Itla.

Allí llegó y se encomendó a los nefilim. Shamash estaba de su parte pero se opusieron Anu y Enlil. Gilgamesh pidió conocer al menos a Utnapishtim (Noé), antepasado suyo que moraba allí. Gilgamesh entró en el Sinaí y en seis días llegó a un punto desde donde veía aterrizar y despegar los shem de los nefilim desde lejos. Llegó al Mashu, que era un monte con un paso subterráneo.

En las grandes puertas del monte Mashu había vigilantes operando un aparato circular — el temido faro que barre las montañas— montado en un poste. Al contemplar la intensa luz, Gilgamesh cubrió su rostro; luego tranquilizándose, se acercó a la puerta. Un nefilim vigilante gritó a su compañero que el que se acercaba debía ser nefilim pues un humano hubiera resultado gravemente afectado por la radiación. Le mandaron acercarse e identificarse.

Gilgamesh les explicó que su madre era una nefilim y su padre humano descendiente de nefilim en quinta generación, que pretendía alargar su vida como corresponde a su origen y a conocer a su Utnapishtim. «Eso jamás fue conseguido por un humano», dijeron los dos guardias. Gilgamesh les recordó la ayuda que le venía brindando su máximo superior en las instalaciones aeroespaciales, Shamash. Finalmente los vigilantes abrieron el paso entre montañas al territorio interior.

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