miércoles, 29 de octubre de 2014

5. Una noche en Baalbek



5. Una noche en Baalbek



Gilgamesh y Enkidu viajaron hacia el nordeste y luego hacia el sur hacia “Canaán”. La búsqueda fue muy larga y con varios incidentes. Enkidu intentaba que Gilgamesh desistiese de su sueño. Le hablaba de los enormes riesgos, del peligroso Huwawa, de que era capaz de percibir a alguien a muchos “kilómetros” de distancia, su rugido se oye también desde muy lejos, que quien se acerca tiembla de temor pero Gilgamesh estaba convencido y no se volvería atrás por nada.

Un día, al fin, llegaron a la montaña de los cedros, una zona montañosa con verdes bosques altísimos. Encontraron el camino de entrada hacia las instalaciones aeroespaciales. Encontraron los caminos por donde Huwawa solía moverse, eran caminos rectos. Ignoraban lo cerca que estaban. Se dispusieron a dormir a pesar de la proximidad del peligro. Durante la noche se produjeron varios movimientos de las naves entrando y saliendo con gran estruendo. Estos ruidos les despertaron varias veces

« ¿Tú me despertaste?», preguntó Gilgamesh a Enkidu, que lo negó.

Poco después volvió a pasar. Los grandes ruidos les despertaban y pudieron ver relámpagos, fuegos, y cenizas que caían del cielo. Gilgamesh terminó dándose cuenta de la causa de todo aquello. Se trataba de la subida de una «Cámara Celestial», una nave nefilim. El suelo temblaba con la ignición y rugir de motores, habría nubes de fuego, humo. Para ellos fue una visión impresionante, aterradora. Pero para Gilgamesh era la prueba de que habían llegado al lugar buscado.

Al amanecer continuaron su camino, evitando las armas automáticas «los árboles-arma que matan» que los nefilim habían colocado como trampas de cuando en cuando. Finalmente llegaron a la gran puerta de acceso. Gilgamesh al intentar entrar fue rechazado por una fuerza invisible que lo paralizó durante diez días. Enkidu se lo llevó a cuestas de aquella zona peligrosa. Cuando se recupero, Enkidu volvió a intentar que su amigo abandonara, pero Gilgamesh quiso continuar. Enkidu contó a su amigo que esos días había explorado la zona y había encontrado un túnel desde donde se oyen voces y sonidos que deben venir de la morada de los nefilim. Era una entrada oculta por una alta vegetación. Gilgamesh taló los árboles y Enkidu quitó las piedras y cavó la tierra hasta conseguir un acceso al túnel para poder entrar.



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